Ok, mi amor, la historia comienza así… el tipo que estoy apuntando entra al salón, viste elegante y seguramente está tratando de imitar los gestos de Sean Connery en cualquier película de James Bond. Las mujeres le otorgan más de una mirada, porque hay que reconocerle… el tipo es bastante guapo; pero lo desestiman tan pronto notan que está borracho como una cuba. Se detiene frente a una rubia, notoriamente extranjera, le habla en inglés… al recibir respuesta en francés, le balbucea las pocas palabras que aprendió sirviendo en el exterior…comienza a mezclar los idiomas, italiano, francés, inglés… intercala brillantemente frases de películas… consigue hacerla reír… le toma la muñeca, resguardando el detalle de no presionar demasiado el reloj de pulsera… con la otra mano le desliza una tarjeta de presentación en el bolsillo de la blusa… los ojos del salón recaen en el hijo de puta…. hay que concederle el mérito, el muy bastardo sabe cómo hacer reír a una mujer…
Luego, (ya tiene la atención de los presentes), golpea la copa con las llaves y se para sobre una silla… comienza el discurso:
«Sé muy bien, damas y caballeros, que mi rostro es absolutamente desconocido para todos… me presento, mi nombre es Cristóbal D., me encantaría darles en el gusto diciendo que es un honor formar parte de su exclusiva reunión de altas esferas, y que agradezco la exposición de estas joyas en esta presentación…pero no podré sino decirles que vengo a robarlas…
A su derecha -apuntó con la mano perfectamente extendida, hay que ver el carisma del maldito- se encuentran apostados tras el vidrio dos de los mejores francotiradores del mundo, a su izquierda, una carga explosiva que volaría la mitad de la ciudad, el detonador se encuentra seguramente oculto, ahora si me permiten (caminó hasta la tarima y se llenó de joyas los bolsillos), me marcho».
Y fue así como consiguió robar las joyas, nunca se encontraron los francotiradores… lo de la bomba… otra gran mentira, el malnacido entró y robó millones en joyas, armado de la boca y un traje de alta costura… y ahora tiene el descaro de pasearse libremente por las calles del mundo…yo lo reconozco, porque soy Bob Dylan y estaba presente en el salón del robo. ¿Cómo no reconocerlo?…fíjate como mira de reojo a esa chica de 19 años.
(Originalmente publicado en Fotolog, el 2 de Enero de 2005).