Apesar de lo importante de la reunión Lulu llegó cinco minutos antes de lo usual y ni un segundo antes. Si la iban a despedir poco podría hacer de cualquier modo, y estaba casi segura de que así iba a ser.
Un grito la alertó antes de entrar al edificio. Centésimas de segundo le bastarían para encontrar la fuente de aquel sonido en el cielo. El bramido sería la única advertencia de lo que ocurriría inmediatamente después. Un ruido seco seguido por una combinación de sonidos familiares. Baldosas rotas, un saco azotando contra el suelo.
Y la sangre salpicada en el traje gris de Lulu, que atestiguaba la veracidad de lo ocurrido.
Luego los autos detenidos, los peatones como esculpidos en piedra. Los curiosos asomados desde las ventanas. El silencio interrumpido por la voz de alguien que inútilmente tratará de ayudar. Y todas las miradas en un mismo punto, fijas admirando el cuerpo de su jefe.